La cocina Chilena no es una característica particularmente relavante del país. Si de tradiciones culinarias se trata, varios de nuestros vecinos Latino Americanos nos superan ampliamente. Sin embargo, existen algunas circunstancias particulares donde la simpleza de ciertos platos nacionales tienen un sabor cargado de memorias y por tanto, lleno de razones contundentes para afirmar que son realmente únicos, sin parangón.
Hay 33 grados a la sombra, y la mano diligente de mi madre acerca este plato caliente de "Porotos Granados", acompañado de "pebre" y "ensalada Chilena". Es un Sábado de verano en Santiago de Chile, y este resulta ser unos de esos platos que traen memorias y por lo mismo, podrán dejar un sabor único. Este, es un buen sabor, y una experiencia culinaria como pocas.
El plato lleno de color y aromas. El pálido color de los porotos, mesclado con el intenso amarillo de los choclos desgranados, el intenso rojo jugoso de los tomates, matizado con el granizado de cebolla picado, que no puede superar la supremacía aromática de la albahaca. En un costado, el pebre sustancioso y amenazante.
Son 33 grados y empiezo a cucharean el caldo que debe estar a unos 70 grados o más. Es un rito desconcertante si lo pienso. Me vendría bien un vaso de agua fría, sería incluso mejor. Pero no se puede competir con esta conjunción de aromas, sabores, memorias. Cada cucharada arrastra una imagen. Hablamos poco en la mesa. La cocinera tiene buena mano, siempre la ha tenido, y conversar sería casi un insulto. Me apresto para el tomate, que se me hace más y más refrescante. Caen las primeras de muchas gotitas de sudor desde mi frente. Parece que estoy cocinándome también. Nada hay que continuar, vamos a por los jugosos tomates, que aplacan en parte el calor, pero ese sabor agita más, mucho más mi paladar. Es la hora, del pebre, el suicidio total. Ancho, denso gustoso, me da pinchazos de ají y pimienta. Vuelve el tomate, (creo que se me cierran los ojos, debe ser el calor). Vamos de vuelta a los granados, dominadores y de inmejorable sabor.
Son Porotos granados, y están a la altura de los mejores platos de Malasia, Doha, Roma o Nueva York y como no, si están hechos en casa, en familia y se disfrutan a 33 grados.
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